Junto con cuatro chefs, un aprendiz y un becario, Dominik Hartmann crea unos platos modernos, ligeros, regionales y principalmente vegetarianos. La fermentación es imprescindible para matizar los sabores. El objetivo es lograr complejidad y profundidad y, para conseguirlo, el tiempo suele ser el ingrediente más importante, así como la atención al detalle, lo que implica mucho trabajo en la cocina. Así por ejemplo, el único plato de carne que incluye el menú de verano es codillo de ternera estofado al vapor durante 72 horas a 62 grados.
Para ello, Hartmann utiliza un horno CombiSteamer de V-ZUG: primero se asa ligeramente la carne, después se sella al vacío con jugo de ternera y se estofa suavemente durante tres días. Pero la cocción al vapor a una temperatura controlada con precisión también es perfecta para regenerar alimentos o cocinar frutas y verduras, dice Hartmann. Por ejemplo, el chef asa el hinojo en una parrilla de carbón antes de sellarlo al vacío y cocerlo al vapor a 85 grados.
No solo la preparación requiere tiempo en la alta cocina, también las ideas necesitan tiempo para madurar. Por las noches, ya metido en la cama, Hartmann encuentra por fin la paz y la tranquilidad necesarias para dar rienda suelta a su creatividad. Cuando no puede dormir, piensa en nuevos platos, y luego lleva a la práctica sus inspiraciones nocturnas con su equipo. Sigue perfeccionándolas hasta que se convence de que son lo bastante buenas como para incluirlas en el menú. «Todos somos muy ambiciosos, estamos muy motivados y tenemos grandes aspiraciones»; así resume Dominik Hartmann su búsqueda de la excelencia.